Lunes, 10
Por la mañana Antonio preparó un riquísimo desayuno, me despedí de toda la gente de la comunidad y Antonio con la extraordinaria amabilidad de siempre, me trajo con su carro a la central de autobuses de Riobamba para dirigirme de nuevo a Quito.
Con un emotivo abrazo nos despedimos con un "hasta siempre hermano," GRACIAS.
Las carreteras en muy buen estado y el paisaje de un verde radiante, hizo que el trayecto de 4 horas se hiciera corto.
No faltaron los vendedores ambulantes de todas las edades vendiendo todos los productos en el autobús.
Pablo me llamó por el celular diciendome que me andaba esperando en la terminal de autobuses para acompañarme a la sede del centro de formación Monseñor Proaño.
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